Este es el más célebre de los casos de Sherlock Holmes, constituye, probablemente, el ejemplo supremo de fusión entre el género policiaco y el de terror fantasmagórico. El “método deductivo” de Holmes se enfrenta a una maquinación criminal envuelta en presencias diabólicas. La combinación de la solidez argumental con la creación de un ambiente siniestro e inquietante, mediante la elección del marco adecuado y la perfecta utilización de todos los recursos técnicos del terror y la intriga, convierte a la obra en el producto más clásico y completo de la época de oro de la literatura de misterio.