Los jefes y Los cachorros sirvieron como antecedente, como precalentamiento para la construcción de las obras maestras de Vargas Llosa. Muchos de los elementos técnicos y narrativos que caracterizan la prosa del gran escritor peruano ya aparecen en estas primeras piezas breves: el espacio exterior, por ejemplo, que tiende a ser reducido y opresivo, describe un universo carente del equilibrio o armonía que en demasiadas ocasiones conduce a la frustración. Ese espacio obliga a los personajes – adolescentes sobre todo- a ofrecer una máscara, fruto de la adaptación a las normas sociales, que impide la autenticidad. Sin embargo, en un nivel más íntimo, aflora la cara más sincera, la verdad de las existencias individuales, que chocan con la otra superficie y crea una tensión insoportable. De este modo, tanto las pequeñas historias que aparecen en Los jefes como la novela corta Los cachorros nos introducen en el mundo sugestivo que Vargas Llosa ha sabido crear y desarrollar desde hace casi medio siglo y que lo ha colocado en la cima más alta de la literatura de nuestro tiempo.