Convencido de que quizá la Ciudad de México no sea la región más aconsejable para vivir pero también de que es tan intrincada y apasionante que resulta imposible abandonarla, Juan Villoro propone este libro escrito desde la devoción del urbanita recalcitrante y maravillado que se despliega como in rompecabezas infinito: los atajos viales, el cine de luchadores, los héroes nacionales, el comercio tepiteño, la tramitología gubernamental el enigma de las vulcanizadoras, las incontables multitudes, la ingesta de chile, los templos ancestrales. El autor también narra ciertos pasajes autobiográficos, como el último paseo con su abuela o el recuerdo de la colonia de casas abandonadas donde creció.