La locura y el horror han obsesionado mi vida, escribe el autor. Los libros que he escrito no hablan de otra cosa. Después de El adversario, ya no aguantaba más. Quise escapar. Creí que escapaba amando a una mujer y realizando una investigación. La investigación fue sobre mi abuelo paterno, que tras una vida trágica desapareció en el otoño de 1944 y, muy probablemente, fue ejecutado por actos de colaboración con los alemanes. Es el secreto de mi madre, el fantasma que atormenta a nuestra familia. Para exorcizarlo seguí caminos azarosos, que me llevaron hasta una pequeña ciudad perdida de la provincia rusa, donde permanecí largo tiempo al acecho, a la espera de que ocurriese algo. Y ocurrió´: un crimen atroz. La locura y el horror volvían a darme alcance. Me alcanzaron, al mismo tiempo, en mi vida amorosa. Escribí para la mujer que amaba un relato erótico que debía irrumpir en la realidad, y la realidad desbarato´ mis planes. Nos precipito´ a una pesadilla que se asemejaba a mis peores libros y devasto´ nuestra vida y nuestro amor. De todo esto hablamos aquí: de situaciones que elaboramos para dominar la realidad y de la forma terrible en que ella las asume para respondernos.
«Una puerta abierta a la mente enredada del ser humano, a las obsesiones de un escritor que se descubre a través de cartas, de testimonios, de confesiones apasionantes sobre sí mismo» (Jacinta Cremades, El Cultural).
«Una vez más, ha escrito un libro hipnótico, impredecible, magnífico» (Álex Vicente, Go).
«Un libro sincero –ahora que es tan difícil encontrarlos–, atrevido, valiente, brutal, el striptease de un escritor que desvela un mundo desprotegido, terriblemente frágil» (Juan Manuel Villalobos, Letras Libres).
«La intención de Carrère es tratar de averiguar lo máximo posible sobre sí mismo. En sus páginas se mezclan una historia dolorosa que es la suya con el acto mismo de rememorarla o descubrirla» (P. Viejo, Público).
La locura y el horror han obsesionado mi vida, escribe el autor. Los libros que he escrito no hablan de otra cosa. Después de El adversario, quise escapar. Creí que escapaba amando a una mujer y realizando una investigación. La investigación fue sobre mi abuelo paterno, que desapareció en 1944 y, probablemente, fue ejecutado por colaborar con los alemanes. Es el fantasma que atormenta a nuestra familia. Para exorcizarlo seguí caminos que me llevaron hasta una pequeña ciudad perdida de la provincia rusa, donde permanecí largo tiempo a la espera de que ocurriese algo. Y ocurrió: un crimen atroz. La locura y el horror volvían a darme alcance. También en mi vida amorosa: escribí para la mujer que amaba un relato erótico que debía irrumpir en la realidad, y la realidad desbarató mis planes. Nos precipitó a una pesadilla. De todo esto hablamos aquí: de situaciones que elaboramos para dominar la realidad y de la forma terrible en que ella las asume para respondernos