En el interior del mausoleo del Monumento a la Independencia en la Ciudad México se encuentra la estatua de un hombre atado de manos por la espalda al cadalso. Esta efigie, que no llegó a ocupar un lugar protagónico en el exterior del recinto junto a los grandes héroes nacionales, corresponde a Guillén de Lámport, soldado católico irlandés, teólogo, poeta latino, agente inter nacional y denunciante de la Inquisición. Lámport fue un adelantado a su tiempo que en pleno siglo XVII proclamó ilegítima la concesión papal de los territorios americanos a los reyes de España, así como la liberación de los esclavos y la restitución de los derechos de los indígenas. ¿Cómo es posible que un personaje así haya sido relegado a las sombras de la historia? Guillén de Lámport llegó a la Nueva España en 1640; tenía la misión de proteger a los criptojudíos portugueses de los excesos del Santo Oficio, sin embargo, fue encarcelado dos años después de su arribo bajo el cargo de herejía. Pasó 17 años en la cárcel de la Inquisición, desde donde siguió denunciando la corrupción de sus captores. En prisión, escribió casi mil salmos en latín s obre lienzos, con plumas de gallina y tinta que él mismo elaboraba con cenizas y otros materiales. Murió en la hoguera en 1659. En Un rebelde irlandés en la Nueva España, Andrea Martínez Baracs rescata la historia de este personaje de leyenda, quien se dijera hijo natural de Felipe III. Además, este volumen incluye algunas de las obras más importantes de Guillén de Lámport, como la propia Proclama insurreccional para la Nueva España.