William Shakespeare (1564-1616), el poeta de Stratford-on-Avon, es quizás el dramaturgo más importante de todos los tiempos. Las notas sobresalientes de su teatro son: su magistral dominio de la técnica teatral, el poder de sus personajes y una probada objetividad, desligada de todo sentimentalismo. Romeo y Julieta es una de sus obras más conocidas y peor entendidas. En ella Shakespeare hace una crítica feroz del amor, presentando a unos inmaduros amantes que mueren empujados al margen del conflicto familiar por su propia inconciencia. En Julio César , una de las denominadas “tragedias romanas”, intervienen en la acción, repartida entre Roma y Sardis, además del protagonista, los triunviros Octavio, Lépido y Marco Antonio, senadores como Cicerón, conspiradores, tribunos, esposas, amigos y criados. Todo un mundo lleno de fuerza y vigor. Hamlet (1600-01) es quizá la obra más famosa de William Shakespeare (1564-1616). En ella, Hamlet, hijo del rey de Dinamarca asesinado por su hermano Claudio, es el prototipo del hombre, sumido en las "dudas existenciales" ante la traición y la venganza. Otelo , tragedia en cinco actos, se trata de un relato de celos salvajes en donde sólo la dulce figura de Desdémona, injustamente sacrificada, suaviza la trágica trama. Según la historia, Macbeth fue rey de Escocia de 1040 a 1057. Hábil político, se hizo reconocer por la mayoría de los escoceses. Resistió varios intentos de recuperar el trono por parte de la familia legítima. El argumento de El rey Lear (1606) es complejo: el rey Lear ya anciano, delega la corona en sus hjas -Goneril y Regan- y yernos, entre quienes divide su reino. A partir de ese momento la historia se precipita hasta desembocar en un trágico e inesperado final.