Desde los primeros purépechas, pasando por los masones, hasta los Caballeros Templarios, algún nombre sacro siempre ha regido los destinos de Michoacán: Curicaueri, Cristo, el Gran Arquitecto del Universo, la Virgen del Rosario o San Nazario. De tantas divinidades que Michoacán ha tenido, ya no queda ninguna. De pronto se volvió una tierra sin Dios... Éste es el relato de cómo Michoacán se convirtió en el primer estado fallido de México. A partir de una visión que toma distancia de los medios informativos habituales, Jesús Lemus cuenta la dramática historia de su propia tierra. He aquí un testimonio de primera mano sobre la violencia en la que se encuentra atrapada la población del estado, como lo evidencian los hechos ocurridos en Tanhuato o Santa María Ostula. Sobre el telón de fondo de la perversa relación del crimen organizado con autoridades de todos los niveles, Lemus emplea las mejores herramientas del periodismo crítico para explorar las causas de los principales conflictos políticos y ciudadanos. Debe resaltarse su crónica del asalto al poder por parte del narcotráfico, que rastrea incluso hasta los tiempos en que los cárteles de Medellín y Cali buscaban nuevas rutas hacia Estados Unidos. El hartazgo frente a la delincuencia y el clamor por el derecho a vivir en paz se han materializado en movimientos de resistencia -como el que inició el doctor José Manuel Mireles en Tepalcatepec- sobre los que el autor da cuenta de manera pormenorizada. El resultado es una cruda radiografía del desgobierno de la entidad, donde el debilitamiento de las instituciones y la descomposición social parecen no tener pronta conclusión, ni siquiera con la llegada de un flamante gobernador.
