Con el hombre termina el proceso de evolución natural, automático. El hombre es el último producto de la evolución inconsciente. Con el hombre se inicia la evolución consciente. Primero, la evolución inconsciente es mecánica y natural. Ocurre por sí sola. A través de este tipo de evolución, la consciencia se desarrolla. Pero en el momento en que la consciencia comienza a manifestarse, la evolución inconsciente se detiene porque ha alcanzado su objetivo. La evolución inconsciente es necesaria solo hasta el momento en que lo consciente nace. El hombre ha llegado a ser consciente. En cierto modo, ha trascendido la naturaleza. Ahora la naturaleza nada puede hacer: la evolución natural ha entrado en su producto final. Ahora el hombre tiene la libertad de decidir si no evoluciona. En segundo lugar, la evolución inconsciente es colectiva; pero en el momento en que la evolución llega a ser consciente, se transforma en algo individual. Ninguna evolución colectiva, automática, avanza más allá del género humano. De aquí en adelante la evolución se transforma en un proceso individual. La consciencia crea la individualidad. Osho es uno de los místicos más conocidos y provocativos del siglo XX; un místico contemporáneo cuya vida y enseñanzas han influenciado a millones de personas de todas las edades y culturas. A principios de los años setenta captó la atención de la juventud que deseaba experimentar la meditación y la transformación. Hoy, más de una década después de su muerte, la influencia de sus enseñanzas continúa expandiéndose en prácticamente todos los países del mundo. Ha sido descrito por el Sunday Mid-Day de la India como una de las diez personas, junto con Gandhi, Nehru y Buda, que cambiaron el destino de la India.