En una literatura tan llamativa y difundida como la mexicana, que ha producido poetas tan descollantes como López Velarde, Carlos Pellicer, Xavier Villaurrutia, Salvador Novo, Octavio Paz, Efrain Huerta, All Chumacero, José Emilio Pacheco y Homero Aridjis, la obra de Jaime Sabines aparece casi como una isla, en cierto modo disociada de ese corpus poético, pero vinculada en cambio a la realidad a través de sucesivos y sólidos puentes. Uno de esos nexos es sin duda el amor; otros son la muerte, la inquietud social, la angustia por la existencia, la presencia o la ausencia de Dios. El amor y el humor suponen en Sabines algo así como la indemnización que cobra por sus desencantos.