Con un estilo sencillo y desnudo, propio de un Saramago niño y adolescente, José Saramago, Premio Nobel de Literatura 1998, el autor describe los hechos, grandes y pequeños, de su infancia y adolescencia.
Las largas horas pasadas en la encrucijada de los ríos que bañaban las tierras de cultivo de la aldea, las carreras entre los olivares, la luna más luminosa que jamás alcanzara a ver mientras conducía los cerdos a la feria con su tío Manuel, la felicidad de acabar la tarea encomendada por su abuelo bajo una lluvia torrencial, la magia de los cines de barrio de Lisboa, el arraigo a la tierra, la soledad meditabunda del adolescente...