Charlotte Mielswetzski tiene trece años y es una niña espabilada y muy imaginativa, aunque no demasiado popular y que no lo pasa bien en el colegio, pero sabe salir de cualquier apurillo echándole un poco de inventiva y cuenta unas historias estupendas. Un día encuentra un gatito y ése hallazgo es la señal de partida de que todo lo que constituye su mundo va a cobrar una dimensión radicalmente nueva.