Este pequeño libro fue mi primer libro. La idea de editarlo nació de Héctor Cattolica, amigo diagramador, dibujante, poeta y, sobre todo, idealista. Su ilusión era ganar con Mundo Quino un dinero que le permitiera editar libros de poesía, suya y del grupo que lo acompañaba. Es frecuente que a un poeta no le salgan bien los negocios y así sucedió. Pero no por eso nos deprimimos. Al contrario, la alegría de haber dado a luz "nuestro" primer libro fue un negocio emotivo extraordinario. Por supuesto que luego, con Ediciones de la Flor el libro tuvo mucha mejor suerte y existen de él ediciones en diversos países de Latinoamérica y Europa. Los cuarenta y tantos años transcurridos desde aquella primera edición de 1963 hacen que cada vez que vuelvo a hojear estos dibujos experimente la extraña sensación de reencontrar "al Quino aquél" con el que aún hoy me identifico y al que sin embargo siento completamente distinto del actual. Por una parte, yo era capaz de una simplicidad y una frescura que hoy envidio. Por la otra, me descubro autor de dibujos como el de Cupido-caníbal de un racismo que, para ser blando conmigo, calificaría de inconsciente, pero no por ello menos detestable y en el que se advierte ya el gen de la Susanita que nacería dos años después en la tira de Mafalda. Me divierte en cambio encontrar que he cometido errores tan gordos como dibujar la estatua de Franklin destrozada por un rayo que muestra, además de las dos manos intactas, una tercera sobre el césped. No he querido modificar ninguna de estas gaffes porque me parece más honesto asumir que las cometí. Debo aclarar que lamentablemente algunos de los originales de este libro se perdieron y otros se deterioraron, lo que resiente la buena calidad de reproducción en más de un caso. Un poco por este motivo y otro poco por lo elemental de algunas ideas preferí que Mundo Quino no se reeditara durante algunos años. Esta nueva edición obedece al deseo de mostrar a quienes aún no habían llegado a él, cómo era entonces ese Mundo.