Como afirma Carlos Monsiváis en su prólogo a este libro, en 1968 a los estudiantes se les impone una tarea política: transformar la violencia en su contra en resistencia ideológica. A diez años de distancia - y el estudio de Sergio Zermeño lo prueba y ratifica de modo exhaustivo - un hecho permanece: 1968 es un episodio de lucha democrática, de creencia entusiasta o dolorosa en los derechos civiles.