¿Qué causas pueden sustentar a la escritura? ¿Tiene sentido seguir escribiendo en el mundo contemporáneo? Para responder, recurre a una cita E. L. Doctorow: [La ficción] enseña las leyes de la comunidad y distribuye el sufrimiento. A partir de ella construye distintos argumentos a favor de la producción de ficciones y su consumo. La literatura nos ayuda a aceptar la diferencia: nos ejercita en el conocimiento de otros mundos e individuos y nos acerca al sufrimiento ajeno. Y amplía nuestra imaginación moral. Pero la literatura también nos enseña a dudar y romper con los productos con los que la globalización intenta pastorearnos: nos hace cuestionar tradiciones y dogmas. A su vez, la literatura aísla al lector, lo fortalece internamente, haciéndolo un individuo al que le resulta más fácil oponer resistencia al mundo globalizado de la mercadotecnia y la barbarie. Finalmente, opta por identificar su propuesta ético-política como una vertiente singular de la tradición anarquista, en la que el individuo sea el protagonista, concluyendo con una sugerente paradoja: La comunidad en tiempos de crisis continúa viva en la pluralidad del individuo.