Para los antiguos era un potenciador del espíritu y la inteligencia, ingrediente fundamental en lo que, según Platón, debía ser el entorno por excelencia dedicado al análisis y el debate filosófico, o sea el banquete. Para nosotros en vino es contexto-elemento del placer, la exaltación, la sociabilidad y puede que no tanto, del conocimiento. Sin embargo para apreciar un vino hay que conocerlo, no solo a través de datos técnicos y conceptuales, si no gracias, sobre todo a un ejercicio de reflexión interior, de atención a las sensaciones que es capaz de producir, al aroma y al gusto, a su mayor o menor persistencia, a su buqué y su cuerpo, a su carácter específico.
