Salvo el paréntesis de Durban, toda su vida transcurrió en Lisboa. Sólo se alejó de ella unos cuantos kilómetros; siempre rechazó las invitaciones para visitar el interior del país y jamás viajó al extranjero. En la capital de Portugal estaba su centro: ahí tuvo su principio y ahí se consumó su fin. Como un flaneur, vagó por todos los rumbos de la ciudad, recorrió una y otra vez sus barrios. Lisboa rima con Pessoa.