Es imprescindible distinguir entre arquitectura y construcción, ya que construir es armar y ajustar las diversas partes de un edificio, en cambio, la verdadera arquitectura no adultera la naturaleza del material que utiliza y debe ser capaz de perpetuar como historia viva la sociedad que la produjo. Ruskin, conocido ante todo por sus monumentales estudios de arquitectura y sus implicaciones históricas y sociales, denominada “lámpara de la arquitectura” a las leyes que todo artista al momento de crear debe obedecer, y enumera siete. Sacrificio, con el cual el artista trabaja con un espíritu devoto, Verdad, a la que no se adaptan los que desean dar una estructura distinta a la real: Poder, para que al observar el edificio construido éste sea contemplado en toda su extensión, Belleza, sabiendo poner ornamentos donde sea posible, Vida, pues la obra arquitectónica debe hacer recordar, convertirse en un monumento, y por último la Obediencia, para ser fiel a una escuela nacional.
Las siete lámparas de la arquitectura, una de sus obras más célebres de este autor, dedica un capítulo a cada lámpara, conteniendo abundantes principios técnicos y agudas observaciones sobre el arte clásico y medieval, los ejemplos son tomados fundamentalmente de obras maestras de la arquitectura francesa e italiana, convirtiéndose de esta manera en un manual básico de los conceptos arquitectónicos.