Siempre es un regocijo leer a Arnoldo Kraus. Su extraordinario corazón y su prosa a la vez elocuente y sencilla nos enseñan a buscar en el mundo la ética de lo impredecible. Encontré en este libro la nitidez de una memoria llena de fascinación por los demás apareciendo como milagros de su vida. Anda por él un tesoro de hallazgos. Es un lujo acompañar su mundo. Alegra, emociona y otra vez nos reta con su valor y su inteligencia.