Alexia, a la que todos llaman "la ladrona de fruta", va a emprender una "Expedición de una sola mujer" por la Picardía francesa en busca de su madre. Antes de partir, su padre le da algunos consejos para el camino. Pero el relato no se inicia con Alexia, sino con el narrador, que parte un día de agosto de la "bahía de nadie": ¿para qué?, ¿para observar a "la ladrona de fruta"?, ¿para acompañarla en silencio? No: para dar fe de sus experiencias y aventuras en su viaje iniciático.