Hilo de cometa narra al mismo tiempo los ritos de paso de un adolescente venezolano que vive aún de lo mitológico (James Dean, Natalie Wood, las motos, el sexo iniciático, los prostíbulos, las primeras borracheras, el mar en verano) y la tortura a la que es sometido su padre, un militar progresista. De fondo, una de las muchas dictaduras de América Latina. En la Inglaterra de los años '80 y '90, donde vivió Centeno algún tiempo, el título de un cuadro del pintor Francis Bacon se nos ofrece como clave para adentrarnos en un territorio, como la propia obra de Bacon, informalista y figurativo a la vez, expresionista y lírico, muchas veces doloroso; siempre sugerente. Vale para estos dos relatos lo que J. A. Masoliver Ródenas escribiera ya sobre Iniciaciones en La Vanguardia: "Nos sumergimos en un mundo de una intensísima carga erótica marcado por la violencia, por el incesto, por las transgresiones sexuales y por las contradicciones en el terreno político y social."