Hamlet es una auténtica «tragedia de la venganza» que transcurre en el interior del alma de su protagonista, en forma de angustia, duda e indecisión. Y allí, en sus diálogos y soliloquios, aparecen las dimensiones de universalidad de la tragedia. Porque la tragedia de Hamlet es la tragedia de todos: en ella se dan cita cuestiones como el sentido de la vida, el hombre, la ética, el más allá. El resto —dice al final Shakespeare— «es silencio». «Ser o no ser, esa es la cuestión. ¿Cuál es más digna acción del ánimo, sufrir los tiros penetrantes de la fortuna injusta, u oponer los brazos a este torrente de calamidades, y darles fin con atrevida resistencia?»