“El ser monstruoso creado artificialmente por el doctor Viktor Frankenstein no tiene nombre. Mary Shelley lo llama generalmente criatura y pocas veces monstruo, negándose a bautizar al engendro. Fue el cine quien culminó la transferencia del nombre del creador a la criatura y por comodidad le ha sido dado a lo innombrable el apellido de quien lo inventó. Frankenstein o el moderno Prometeo alude en su título al científico desafiante que da vida a un demonio. Más allá de la novela gótica de la que se desprende, el libro es una reflexión sobre los límites del conocimiento y no un cuento de terror, pues la criatura fue inventada sin la intervención de lo sobrenatural, como resultado de una posibilidad seriamente debatida en aquella alborada de la ciencia moderna.”