En esta obra, arquetípica por lo fácil que resulta identificarse con algunos de sus personajes, Mary Shelley narra la historia de un hombre que desafía a la Naturaleza intentando evitar la muerte. Su trasgresión le cuesta cara, pues la muerte acecha constantemente a su familia e, incluso, a él mismo. El monstruo que el doctor Frankenstein crea no es malo ni violento, sino que la falta de amor (tesis del romanticismo como corriente literaria) ocasiona su comportamiento destructivo.