Stefan Zweig encontró tan interesante la figura de Fouché que escribió la biografía de un personaje que él mismo calificó de amoral. Es así como esta historia difiere de las biografías heroicas que, pese a ser útiles para levantar el alma, aumentar la fuerza y elevar el espíritu, contienen el peligro de falsear la historia. Este autor dice que no siempre los estadistas han decidido el destino del mundo, por lo que hace un análisis del más despreciado hombre de la Revolución francesa y de la época imperial. Para Zweig, Fouché fue un genio singular y el único ministro de Napoleón, el más perfecto maquiavélico de la época moderna y uno de los hombres más poderosos de su tiempo.