El espectacular final de la trilogía Bill Hodges que comenzó con Mr. Mercedes y continuó con Quien pierde paga. Hay asesinos que usan cuchillos, otros pistolas o incluso coches, pero todos ellos tienen un objetivo en mente: volverte loco. Al detective retirado Hodges, que dirige una agencia de investigación privada con Holly, le diagnostican un cáncer de páncreas: le quedan meses de vida. En ese momento Hodges investiga una serie de suicidios recientes con un punto en común: todos los fallecidos tuvieron relación con Brady Hartsfield, el tristemente famoso Mercedes, que hace años planeó volar una sala de conciertos de rock llena de adolescentes. Hodges y Holly dejaron al asesino en estado vegetativo, del que no se ha recuperado. Sin embargo, el médico del hospital ha estado suministrando a Brady drogas experimentales que han supuesto que adquiera nuevos poderes, incluida la capacidad de mover objetos pequeños con la mente y de entrar en los cuerpos de ciertas personas vulnerables a su control. Desde su cama Brady ha ideado una aplicación del videojuego Zappit. En cuanto tiene al usuario bajo control, usa la aplicación para dominar su mente y arrastrarlo al suicidio. Sus objetivos son los mismos adolescentes que escaparon de la muerte, pero en realidad quiere atraer a Hodges al juego y vengarse. No sabe que está a punto de morir.