Eugenia Grandet destaca por la fuerza de dos espléndidos retratos: una joven que descubre el amor por primera vez y entrega cuanto tiene para ayudar a su amado; y su padre, la encarnación más acabada del avaro. Esta narración sintetiza las ilusiones generadas por las fantasías románticas y la frustración del as jóvenes casaderas, quienes vivían sufrimientos en silencio ante la desilusión provocada por la cruel realidad.