La ética protestante y el espíritu del capitalismo (Die protestantishe Ethik und der Geist des Kapitalismus) escrita en 1904 y 1905 (aparecida en 1920-1921) es, sin duda, la obra fundamental del filósofo alemán Max Weber (1864-1924), considerado uno de los más importantes representantes del liberalismo europeo en el momento en que se inicia su decadencia.
En el origen del pensamiento dialéctico negativo del siglo XX, y en la idea de la creciente racionalización y burocratización de la sociedad, en el sentido de la no libertad, se encuentra la figura de Max Weber, cuyos estudios sobre las relaciones entre economía y religión, especialmente sobre el espíritu del capitalismo (La ética protestante…), el movimiento reformista, sobre la burocracia y las estructuras del poder, etc., constituyen una marca definitiva en el desarrollo de las investigaciones sociales modernas.
Weber pretendió dar una interpretación exhaustiva de la historia de la cultura, para ello exigía una objetividad del saber dentro de las condiciones históricas en las que se da un hecho determinado, de ahí que, buscando en la historia de las religiones los orígenes del capitalismo, llegó a la conclusión de que el capitalismo es el heredero del calvinismo y del puritanismo. Así, en La ética protestante y el espíritu del capitalismo recorrió la extensa distancia que va de la traducción de la Biblia, por Lutero, al conjunto de preceptos que Benjamín Franklin recomendaba para la formación del hombre norteamericano, destruyendo de paso las opiniones de los marxistas dogmáticos que niegan la importancia de la superestructura. Esta obra descubre los móviles íntimos de aquellos que en el siglo XVI comenzaron a construir una sociedad y un nuevo tipo de economía dentro de una atmósfera predominantemente religiosa. El mismo capitalismo se revela como una religión, una religión de las actividades y de la victoria, típica de la concepción occidental de la vida. Así pues, esta obra adquiere un significado que sobrepasa los límites netamente sociológicos, históricos y económicos, puesto que subyace en ella la presencia de un espíritu crítico y atento, indispensable para cualquier incursión dentro del terreno de las ciencias sociales.