El sabor de un pan humedecido en té caliente desencadena un recuerdo de la infancia del narrador: las vacaciones de la familia en Combray, donde conoce a los Swann. Así se abre la saga proustiana En busca del tiempo perdido que inmortalizó a su autor. En esta primera parte el niño, que sufre porque anhela estar siempre en los brazos de su madre, y que se siente maltratado por el inclemente mundo de los adultos, nos lleva a conocer la educación, las costumbres y las anécdotas, a veces sombrías, de la familia aristocrática y las amistades cercanas entre las cuales creció.