Cuando era pequeño, cada noche dedicaba un rato para contemplar un rato para el cielo. Esperaba a que se hiciera de noche para ver mejor esas luces que, como las luciérnagas, me encandilaban. Miraba arriba y trataba de adivinar hasta dónde podría llegar…no lo sabía; pero el día que el hombre alcanzó la luna, lo hice yo también: ese 20 de julio respondí a la pregunta que todos los adultos hacen a los niños:¿Qué quieres ser de grande?