Voltaire, máximo representante del siglo de la Razón, aplicó la crítica, con sonrisa sardónica unas veces, con virulencia otras, a los problemas que se planteaban al hombre del siglo XVIII, empleando para ello todas las armas a su alcance: el panfleto, el artículo, los libros de filosofía o de historia, la novela, el cuento, una correspondencia ingente..., todo lo que salió de su pluma tenía un fin social, un objetivo: cambiar el mundo.