Relato breve en el que Wilde se burla, a través de la frustración de un fantasma que ya no consigue asustar, de la idiosincrasia de los ingleses y los norteamericanos. En un castillo típicamente europeo, en donde habita -y aterroriza- desde hace siglos un fantasma, se instala una familia norteamericana, que, del todo pragmática e incrédula, no reacciona como es de esperar ante sus apariciones. El fantasma se deprime y pide colaboración a una niña para que lo ayude a morir.