El 27 de diciembre de 1974 perdieron la vida 42 trabajadores en el pozo Saint-Amé, en la cuenca minera del Paso de Calais. Michel Flavent, el narrador de esta novela, nos explica que Joseph, su hermano menor, resultó fatalmente herido y murió poco después. Tras la tragedia, Michel abandonó el Norte de Francia para instalarse en París. Ahora siente la necesidad de contarnos su obsesión por el accidente, su convencimiento de que todo podría haberse evitado. Y también nos confiesa cómo sus deseos de justicia fueron desembocando, con el tiempo, en sed de venganza. Una sed tan insaciable que ni siquiera pudo sustraerse de ella cuando otros hechos graves acecharon a la familia. Ha necesitado cuarenta años para regresar al lugar y castigar a los culpables.