En las afueras de Salzburgo, un profesor de lenguas muertas se entrega a una vida de mera contemplación: una vida muerta. Pero necesariamente las cosas han de suceder y avasallarnos, y nuestro protagonista, un día cualquiera, en un acto profundamente banal, es arrojado de nuevo a una vida en sociedad. Este acto insignificante ¿ha sido quizá intencionado? Si Loser, consciente o inconscientemente, ha intervenido en el orden del mundo, la consecuencia es clara por mucho que la evite: se está fraguando una historia y toda historia ha de ser contada. El chino del dolor, que condensa todo lo mejor de un autor clave para la literatura de las últimas décadas, nos ofrece un despiadado análisis del proceso creativo y del modo en que se observa e inmortaliza la realidad.