Al cabo de muchos años de ejercicio de la profesión detectivesca, Sherlock Holmes permite al fin que Watson dé a conocer algunos de los casos que, por su extrema escabrosidad, habían permanecido celosamente guardados en su archivo. Predominan, por ello, los acentos de espanto y de vergüenza, vemos desfilar no ya solamente a criminales astutos y terribles, sino también monstruosos, repugnantes, atisbos de vampirismo, enfermedades que deforman el cuerpo y el espíritu, mutilaciones atroces, alcaloides de efectos grotescos y bestiales, plantas infernales, fieras antropófagas, toda clase de aberraciones de la naturaleza y la sensibilidad.