Cuando la razón se va de vacaciones entonces la vida desnuda y agria se presenta sin invitación alguna, y los hechos adquieren un peso demasiado real. Algo así me sucedió durante mi estancia en la escuela hasta mis recién rebasados 17 años. Una vez entregado y sometido a la institución militar debí sufrir la espada, el escarnio, el fuete, la expulsión del paraíso adolescente. Educar a los topos es una novela que se transformó en mito de mi propia vida, en expiación tardía.