Don Quijote, por tanto, es una obra literaria que encierra profundas reflexiones de la época en la que fue escrita: tanto España como Cervantes, estaban en crisis. Una huella indeleble para España, la constituye la peculiar y apasionada manera de sentir la religión, así como la profunda idea del espíritu caballeresco, concepciones ideológicas que Cervantes plasmó concienzudamente en su obra El Ingenioso Hidalgo, Don Quijote de la Mancha, título original.
El temperamento bélico español, después de tantas generaciones de lucha contra los invasores donde se incluye a los moros-, transformó paulatinamente la religión católica en la creencia militante y como mejor ejemplo tenemos las cruzadas-, pues había menester de un libertador de la invasión extranjera, que le permitiera a España seguir consolidando su propia identidad social y aumentar su poderío. Y así, causas económicas y sociales originan el nacimiento del caballero. Hijo de la organización feudal por el hecho de poseer un caballo y armas en un medio hostil, el caballero se erige frecuentemente en defensor de los oprimidos y en administrador de la justicia, el más alto ideal de España.
