Lejos de esquematizar, reducir o escindir a los seres humanos con engañosas explicaciones dualistas, conductistas o materialistas, la nueva etología humana nos desvela la sorprendente y extraordinaria complejidad y plasticidad de nuestro desarrollo y comportamiento. No se trata en absoluto de " extrapolar " el comportamiento animal al del ser humano y, por tanto, humanizar al animal para animalizar mejor al hombre, sino de identificar, en el punto de mayor semejanza, aquellas diferencias que hacen del ser humano una especie distinta a las demás: entre ellas, la adquisición del habla, un instrumento maravilloso que nos da n nuevo grado de libertad con respecto a las restricciones inmediatas impuestas por el mundo exterior. Asimismo, en coordinación con las prácticas de la clínica psiquiátrica, la etología humana ha posibilitado importantes avances terapéuticos en algunas de las afecciones más graves que impiden a los pequeños humanos el acceso a la aventura de la palabra: ha hecho comprensibles los retrasos en el desarrollo de habla provocados por carencias afectivas precoces en niños abandonados y aislados, ha investigado el uso de signos por parte de seres humanos sin habla, los autistas y los niños salvajes, ha permitido comprender la estructura del tiempo en los ancianos y el mal de Alzheimer.