Cumbres borrascosas no trata de una mera historia de amor como muchos comentaristas se han obstinado en creer; de ser así sería una historia llena de incoherencias. Sobre esta novela se ha escrito: "...hay amor, pero no es el amor entre hombres y mujeres. El conflicto no es el de ‘te amo’ o ‘te odio’, sino el establecido entre ‘nosotros, la raza humana’ y ‘ustedes, los poderes eternos’." En la presentación de violentas relaciones personales sin ningún afán moralista, Emily desmitificaba un mundo de costumbres taciturnas e ideas de respetabilidad. Todo aquello que de una u otra manera se consideró más tarde constitutivo de la "moral victoriana" resultaba ignorado, omitido, tácitamente despreciado en Cumbres borrascosas. La primera publicación de esta novela (1847) escandalizó por igual a público y crítica. Brutal, confuso, amoral, innoble, salvaje, fueron adjetivos reiteradamente usados en las reseñas de prensa. No se sabe hasta qué grado esta reacción desmoralizó a su joven autora. Lo cierto es que al ario siguiente murió sin saber que había escrito una de las más extraordinarias y revolucionarias novelas del siglo.