En los poemas de José Emilio Pacheco, escribió Octavio Paz, se exalta la victoria de la naturaleza sobre la cultura y al exaltarla la transfigura, la convierte en palabra.
Se ha querido ver en la poesía de José Emilio Pacheco la imagen de la desolación y del tiempo que se ha ido y no volverá. Es eso, pero también es la conciencia del instante irrepetible: «Una gota de lluvia temblaba en la enredadera. / Toda la noche está en esa humedad sombría. / De repente la luna ilumina».
Compuesto por cincuenta poemas que se desenvuelven libremente por los tópicos que obsesionaron a José Emilio Pacheco, en Ciudad de la memoria (1986-1989) lo efímero —«las rosas,/ no florecen: llamean.»— dialoga con lo perenne —«Mañana/ ya no habrá rosas/ pero en la memoria /continuará su incendio».