Al comienzo de este libro, le preguntan a Osho cómo es posible que podamos reconocer el sonido de la verdad al oírlo, incluso sin que nunca la hayamos sentido en nuestro interior.
Con una actitud tierna y divertida, Osho recuerda a su interlocutor que, en realidad, cada uno de nosotros contiene la experiencia de la verdad: la verdad es cada uno de nosotros, todos los niños nacen en la verdad.
La mayor dificultad está en el paso del tiempo: perdemos la pista de esa verdad que se encuentra en nuestro interior y nos movemos por el mundo con todo tipo de problemas e inseguridades. Con su habitual maestría, Osho nos enseña a desdeñar las distracciones terrenales y a reconocer la voz sincera de nuestra conciencia.