Buenos Aires, 1953. El joven Ernesto Guevara acaba de titularse como médico y, en lugar de ejercer su profesión, decide emprender un viaje por varios países de América del Sur y Centroamérica, en busca de algo que de sentido a su incipiente deseo revolucionario. Como él mismo escribe: sin saber exactamente qué busca, ni cuál es el norte.
Su periplo lo lleva a Guatemala, donde es testigo de los avances revolucionarios de un gobierno de izquierda, en pleno dominio de los Estados Unidos. El experimento guatemalteco termina en golpe de Estado y el doctor Guevara, decepcionado, llega a la Ciudad de México, donde conoce a un joven abogado que intenta hacer la revolución en su país. Cuba. Su nombre: Fidel Castro. Por fin, Ernesto encuentra lo que había estado buscando: una causa, un país y una revolución.
En México, Fidel, con un grupo de cubanos y un médico argentino, planean, no sin severos contratiempos, la revolución en la isla, una revolución que sería triunfante y que cambiaría para siempre el rostro de América.