Franz Kafka, desde muy pequeño, se enfrenta a la figura de su padre, un autoritario vienés, grande, fuerte y poderoso, según relata el mismo autor. Por el contrario, Franz es un ser débil, introvertido e inseguro. Carta al padre es el testimonio de cómo la imagen del progenitor y la educación que éste ejerce sobre él es tan fuerte, que desde niño lo marca para toda la vida, y lo vuelve un hombre miedoso, que cree estar haciendo trampa siempre, aunque en realidad siempre sale victorioso de cualquier reto que emprende.