“Qué diablo de Dios es éste que, para enaltecer a Abel, desprecia a Caín”, se pregunta José Saramago en esta novela que regresa a los primeros libros de la Biblia. En un itinerario heterodoxo, recorre ciudades decadentes y establos, palacios de tiranos y campos de batalla, imprimiéndole la música y el humor refinado que caracterizan su obra. Caín pone el manifiesto lo que hay de sorprendente en la prosa de Saramago: la capacidad de hacer nueva una historia que se conoce de principio a fin.