Si en la Londres isabelina se representan las grandes tragedias de vida y muerte de Shakespeare y Marlowe, como Hamlet, Mcbeth, El doctor Fausto y en la Grecia más clásica los ciudadanos asistían a las vicisitudes de los dioses y del bado con el que los dioses dominan a los hombres, la París del Rey sol, la gran capital francesa, vio nacer la comedia de Moliére, prodigiosa forja de caracteres inmortales.