Es 1742 y mientras escucha atento las históricas hazañas de su familia, el pequeño Stanislaw recorre en compañía de su madre un deslumbrante paisaje invernal. Lejos está su pasión por Catalina la Grande y la convulsa llegada de los Poniatowski al trono de Polonia. Dos siglos aún más tarde y con tan solo 9 años, Elena mira por última vez caer la nieve sobre París. La espera un largo viaje a México, el país de Paula Amor, su madre, en el que encuentran refugio muchos perseguidos por la guerra que asola Europa. Esta primera parte de El amante polaco es un fascinante viaje a través de dos tiempos narrativos y de dos fuerzas del destino: el de las cortes europeas del siglo XVIII y el de la Ciudad de México en plena ebullición, el de las intrigas palaciegas y las tertulias literarias de la década de 1950, el de los romances prohibidos y el de una vida volcada a la escritura, tan llena de momentos intensos como dolorosos.